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La Combinación Perfecta: Una Lección desde los Estéreos de los 90 hasta las Plataformas Digitales de Hoy

Actualizado: 21 jun



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Cuando era adolescente, una de nuestras mayores pasiones era instalar sistemas de audio en los autos que nos heredaban o conseguíamos, clásicos como los vochos o las caribes. Para nosotros, más allá de movernos de un lugar a otro, se trataba de crear una experiencia sonora personalizada, que realmente dijera algo de quiénes éramos.


Recuerdo perfectamente cómo aprendimos, casi por instinto, una lección que con los años cobraría mucho más sentido profesionalmente: no siempre lo mejor es dejar todo en una sola marca o plataforma.


En aquel entonces, tenías marcas como Pioneer, Clarion, JBL, Kenwood, entre otras. Cada una ofrecía un catálogo completo: estéreos, ecualizadores, bocinas, amplificadores. Pero los que sabían, los verdaderos conocedores de la época, te lo decían sin titubear:

“El mejor sonido lo vas a lograr con un estéreo Pioneer de bola, un ecualizador Clarion… y unas bocinas JBL”.

Cada marca tenía su especialidad. Y cuando combinabas lo mejor de cada mundo, el resultado era espectacular.Esa experiencia me marcó. Porque muchos años después, en el mundo corporativo y tecnológico, veo cómo esa misma lógica aplica a un nivel mucho más complejo… pero igual de real.


El espejismo del “todo en uno”


Hoy, muchas marcas tecnológicas intentan posicionarse como el santo grial, afirmando que su plataforma puede hacerlo todo. Prometen integración total, facilidad, control, estandarización… y lo venden como si fuera lo más conveniente.


Lo que muchas veces dejan de lado —o eligen ignorar— es lo más importante:ofrecer a sus clientes lo mejor de sí mismos, no lo que les conviene comercialmente empujar como paquete.


Y lo más preocupante es que algunos CIOs caen en ese juego, olvidando que su misión no es defender un stack tecnológico cerrado ni demostrar control absoluto desde el área de IT. Su responsabilidad real es mucho más estratégica:

Mejorar la experiencia del cliente y elevar la satisfacción de compra, operando con visión conectada al negocio.

Cuando esa visión se pierde, se toman decisiones desde la comodidad técnica o la afinidad con una marca, y no desde la realidad del negocio, que exige agilidad, especialización y foco en el cliente.


Zoom vs Microsoft Teams: un caso que lo ilustra


Zoom


Nació en 2013 como una solución centrada exclusivamente en videollamadas, fundada por Eric Yuan, un exejecutivo de WebEx. Zoom se hizo popular por su enfoque en lo que mejor sabe hacer: una experiencia de videollamadas estable, sencilla y clara. En pandemia, fue la herramienta que muchos eligieron por su eficiencia al momento de comunicarse.


Microsoft Teams


Forma parte del ecosistema Microsoft 365 y surgió en 2017 como respuesta a Slack. Si bien su fortaleza es la colaboración empresarial y la integración con Office, su experiencia en videollamadas aún presenta desafíos en fluidez, consumo de recursos y usabilidad. Es muy útil como hub de trabajo colaborativo, pero no necesariamente como plataforma de comunicación en tiempo real.


Entonces… ¿por qué forzarse a usar solo una? ¿Por qué elegir “todo en uno” cuando puedes tener lo mejor de cada universo?


Otras combinaciones ganadoras

  • Slack + Google Meet: Comunicación ágil con videollamadas simples.

  • Asana + Zoom: Gestión de proyectos + reuniones efectivas.

  • Notion + Google Calendar: Documentación viva + gestión de tiempo real.

  • Salesforce + Tableau: CRM robusto con visualización poderosa.

  • SAP + Power BI: Core transaccional con dashboards visuales y ágiles.


Volviendo al pasado, nunca vi a alguien decir: “quiero todo JBL, todo Pioneer o todo Clarion”. Lo que buscábamos era el mejor sonido posible, no la fidelidad ciega a una marca.


Hoy, lo que buscamos en las empresas no es diferente: la mejor experiencia posible para nuestros clientes. Y eso no se logra encasillándonos en un solo proveedor, sino teniendo la madurez y el criterio para combinar lo mejor de cada tecnología, sin perder de vista el objetivo: el cliente.


Porque al final del día, no gana el CIO que más controla desde su trinchera de TI, sino el que logra conectar su visión tecnológica con los resultados reales del negocio.



 
 
 

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